Una queja constante de la mayoría de los docentes es que los estudiantes les cuesta trabajo escuchar, razón por la cual hay que estarles llamando constantemente la atención para que escuchen y hagan silencio. Esta situación siempre me ha inquietado y me lleva buscar, investigar e indagar para encontrar las estrategias que den solución a dicha problemática.
Partiendo de lo anterior se considera fundamental la escucha en los procesos de aprendizaje, de ahí la importancia de establecer la diferencia entre oír y escuchar. Oír es una actividad pasiva que se convierte en una simple sensación de escuchar; mientras que escuchar es un proceso activo que conlleva a percibir y captar los mensajes emitidos por los emisores; estos dos conceptos son totalmente diferentes. Oír es esencialmente pasivo; el escuchar requiere adaptación voluntaria. Cuando el oír da paso a escuchar, la conciencia aumenta, la voluntad se activa, y todos los aspectos de nuestro ser se involucran al mismo tiempo. Es por ello que la concentración y la memoria son factores esenciales para lograr una adecuada escucha.
En este orden de ideas se hace necesario entrar en el proceso de investigar cuales son las causas de la dificultad que presentan los estudiantes para aprender a escuchar activamente en la clase y en actividades que requieren de una adecuada escucha y concentración. Es por ello que se hace necesario buscar estrategias y metodologías que fortalezcan la habilidad de la escucha en los estudiantes.
Para concluir la escucha en el ámbito escolar y social se convierte en factor fundamental en la interacción con los demás; por lo tanto es indispensable enseñar a los estudiantes a escuchar atentamente y a valorar la intervención de los demás y así mejorar de manera significativa la habilidad comunicativa.
2 comentarios:
muy buena respuesta
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